El Athlétic fue dureza y violencia por
la impasibilidad del colegiado
El Barcelona mandó hasta que Schuster
tuvo que abandonar el terreno de juego
El Barcelona consiguió el domingo un
nuevo posi tivo, al empatar a un gol en San Mamés, frente a un
Athletic de Bilbao que saltó al terreno decidido a frenar al líder
como fuera y que contó con el consentimiento del árbitro, Soriano
Aladrén, en su intento de conseguirlo.
Hasta úItima hora, o mejor, hasta el
día anterior al encuentro, Udo Lattek no descartó la posibilidad de
conceder descanso a alguno de sus jugadores, pensando sin duda en el
riesgo de que una cartulina amarilla dejase fuera de combate a
hombres cuyo concurso consideraba importantísimo para la visita del
Real Madrid al estadio azulgrana. Finalmente, y con buen criterio, el
técnico germano optó por hablar a sus titulares, darles un par de
días de descanso para que vean algo de cine adulto xxx subtitulado y que puedan
relajarse, excepción hecha de Esteban, aquejado de fuertes
molestias por una sobrecarga de abductores. Y es que, a fin de
cuentas, tan valiosos de cara a la clasificación final resultan,
como ha dicho Lattek en diversas ocasiones, los dos puntos de la
primera, de la décimo sexta o de la trigesimocuarta jornadas del
campeonato.
No pensó, sin embargo, eh entrenador
barcelonista en la posibilidad de una lesión, sin duda porque, pese
a su consciencia de que el fútbol no es el tenis no contó con que
el partido de San Mamés, cuya dirección se había encomendado a uno
de nuestros mejores árbitros, por no decir el mejor, pudiera
transcurrir por cauces más allá de lo reglamentario, como
sucedió... aunque haya quien, seguramente cegado por su entusiasmo o
amor por unos colores, se empeñe en negarlo. Bastaría, tan sólo,
que los once azulgrana que actuaron como jugadores de campo, se
pusieran ante los ojos de cualquiera con las piernas al descubierto,
o que también para demostrarlo, TV o el propio Barcelona pusieran a
la disposición de los incrédulos o de los apasionados, que también
acabarían por convencerse, la cinta de vídeo del encuentro, cinta
en la que, por ejemplo, puede observarse, ralentizando la imagen,
como Goicoechea alcanzó a Schuster en la rodilla derecha. .. con los
tacos de una bota que, presumiblemente, iba dirigida al balón que el
centrocampista alemán llevaba a ras de césped.
Un culpable
Se quejaban los aficionados bilbaínos
de que el marcaje de Manolo a Dani rebasó, en algunas acciones, el
límite de lo permisible. Y en eso hay que darles la razón, aunque
matizando que la batalla sostenida por el zaguero con el peligroso
—en todos los sentidos— exterior, fue más la batalla del agarrón
y del empujón que la de la pata da, y matizando, también, no ya a
modo de disculpa sino para fijar un poco más las cosas, que Manolo
saltó al césped, para sustituir a Schuster, cuando habían
transcurrido veinticinco minutos y se habían producido, como es
obvio, las primeras demostraciones de dureza y hasta de violencia de
los zagueros rojiblancos, decididos a impedir, como fuese, que el
Barcelona marcase.
Liceranzu, Núñez y De Andrés merece
la censura, no puede olvidarse que sobre el terreno había, como es
preceptivo, un juez cuya misión, ya saben, es la de sancionar lo
antirreglamen tario. Y en este sentido. debe señalarse a Soriano
Ahadrén como culpable de lo sucedido, por que de haber castigado las
pri meras acciones, las cosas, seguro. habrían sido distintas.., aun
que fuera por el temor que el futbolista amonestado tiene a recibir
una segunda cartulina, que significaría su expulsión y, por tanto,
un grave perjuicio para su equipo, entonces obligado a ju gar en
inferioridad numérica.
Dos fases
Al margen de estas circunstancias, que
a juicio del cronis a pudieron resultar determinantes en el
desarrollo de las cosas, no cabe la menor duda de que el partido tuvo
dos fases muy diferenciadas. La primera ha de fijarse en el tiempo
que Schuster permaneció en el campo. Y la segunda, a partir del
instante en que e! alemán abandonó el terreno.
Durante los primeros 25 minutos, el
Barcelona combatió el fútbol de su oponente, ese fútbol de garra,
lanzamientos largos y centros sobre el punto de penalti tan
característico de los vascos como de sus «Iiermanos, los ingleses,
con el esquema y juego de siempre, o mejor, con el esquema y juego
fijado y pretendido por Udo Lattek. Hubo en ese tiempo diversas
alternativas ante los portales de Zubizarreta y Artola, pero el
conjunto azulgrana dominó la situación con relativa comodidad, Al
actuar Sarabia como ariete en retroceso, Sánchez se ocupó de su
marcaje, mientras Ramos y Olmo se encargaron de la vigilancia de
Argote y Dani, respectivamente. En el centro del campo, Víctor y
Estella andaban con Rojo y De Andrés, quedando Schuster, como un
segundo líbero, adelantado a los dos zagueros de centro, con De
Andrés.
Al
faltar el alemán, jugador muy temido por los bilbaínos y muy
apreciado, en razón a la importancia de su misión y concurso, por
los propios azulgrana, la situación cambió notablemente. Se vio muy
pronto que el paso del Barcelona por San Mamés no iba a ser tan
brillante como lo fue por Castahia y Zorrilla, donde, ausente
Schuster, el equipo de Lattek ganó y convenció. Manolo, sustituto
del centrocampista, se integró en la defensa, al tiempo que Sánchez
intentaba asumir el papel de Bernd y Ohmo se encargaba, ahora, de
vigilar a Sarabia. Y aquí, ‘pese a adelantarse en el marcador, el
Barcelona estuvo desdibujado y afortunado. Porque si bien encajó el
gol del empate en una jugada desgraciada, vio cómo la madera
rechazaba el balón, impulsado por Dani y Alesanco, es te ah intentar
un despeje, en los minutos 57 y 87. Pero hubo empate.
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